lunes, 3 de noviembre de 2014

La Anunciación - Toda la Biblia en un año - John Stott

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José.
                                    Lucas 1.26–27

Después de unos cuatrocientos años de silencio y de espera, de pronto Dios rompió el silencio —no por medio de un profeta sino por medio de un ángel—. El anuncio y el nacimiento de Jesús el Mesías, especialmente en la manera en que la historia fue narrada por Mateo y por Lucas, nos impresionan de inmediato por el cambio de atmósfera. Este es el acontecimiento al cual los profetas se han orientado en una variedad de formas.

Las primeras narraciones del Evangelio están profundamente enraizadas en el Antiguo Testamento en el léxico y en la cultura, y además están acompañadas de señales milagrosas. 

El mensaje que Gabriel trajo a Nazaret dejó confundida a María, en parte porque se le anunciaba que iba a ser madre aunque no estaba casada y todavía era virgen, y en parte por la triple descripción superlativa que le dio sobre el hijo que iba a nacer.

- En primer lugar, debía ponerle por nombre Jesús, indicando de esa manera que iba a tener una misión salvadora. 

- Segundo, sería grande, porque recibiría un nombre más elaborado, el de Hijo del Altísimo. María no podría haber entendido lo que nosotros entendemos cuando nombramos a Jesús como Hijo de Dios sino más bien que se trataba del Mesías, ya que el nombre de Hijo de Dios era un título mesiánico reconocido (ver Salmos 2.7–8)

- Tercero, reinaría sobre Israel para siempre. Es más, su reino no tendría fin. Salvador, Hijo y Rey fueron los tres títulos que el ángel le dijo a María que le diera.

No causa asombro que entonces María ‘se turbó’ (v. 29), sintiéndose completamente desconcertada por el anuncio del ángel, y por eso le preguntó qué querían decir sus palabras. He aquí la majestuosa respuesta de Gabriel: ‘[el] Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios … porque nada hay imposible para Dios’ (vv. 35–37).

Esto no tiene por qué resultarnos embarazoso. Sin duda es apropiado que una persona sobrenatural entrara al mundo de una manera sobrenatural. Si creemos en la encarnación, es lógico que también creamos en el nacimiento virginal.
Antes de continuar nuestra reflexión sobre el acontecimiento y el significado del nacimiento virginal, escucharemos el cántico de María.

Para continuar leyendo: Lucas 1.26-32


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