lunes, 7 de enero de 2013

Rene Padilla - Pionero en Editorial Certeza


RENÉ PADILLA – EDITOR POR EXCELENCIA Soñaba con ayudar a autores latinoamericanos  
Ya con 79 años de edad, nos cuenta sobre sus 40 años en el mundo de la literatura.  

En Mateo capítulo 13  Jesucristo relata la parábola del sembrador, de la semilla que es la palabra y de los cuatro tipos de terreno. La cosecha depende en gran medida del terreno. En los cuatro terrenos la semilla es la misma: es semilla con potencial para germinar y reproducirse, pero los terrenos son diferentes.
Como publicadores de libros, debemos conocer el terreno y estar seguros de que se siembra en donde se debe sembrar. Refiriéndonos a los libros que publicamos decimos: “Tenemos un buen producto”. Con ellos queremos transformar la manera de pensar de la iglesia y del mundo. Estamos convencidos de que la “semilla” es buena, pero no siempre es adecuada para el terreno donde vamos a sembrarla. Quizás es semilla “transgénica” traída de “otro lado”, de otra cultura, y por eso no prospera.
Yo me crié en un hogar donde había mucho interés en la lectura. Mi padre era un lector voraz y leía de todo. Me crié en ese ambiente y siempre, desde muy chico, me gustó la lectura. Creo que empecé a escribir cuando aprendí a leer y me gustó la idea de dedicarme a escribir. Doy gracias a Dios porque en el primer año del colegio secundario tuve un profesor que durante todo un año recibía cada viernes 120 trabajos escritos por los estudiantes, y el lunes nos los devolvía con sus observaciones y las calificaciones respectivas. Eso a mí me ayudó mucho, y como resultado comencé a escribir ensayos cuando estaba en la secundaria. Lo que nunca imaginé es que me convertiría en alguien que terminaría publicando más de 200 libros.
El movimiento estudiantil con el que yo trabajaba, la Comunidad de Estudiantes Evangélicos, empezó a publicar en Argentina la revista Certeza, que tuvo una trayectoria cerca de dos décadas, y luego empezó la publicación de libros bajo el sello de Ediciones Certeza. Nosotros estábamos viviendo en Perú en ese tiempo, y como se me había nombrado Secretario General de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos para América Latina, propuse nuestro translado a la Argentina, donde yo me encargaría de la admistracion de Ediciones Certeza. Se aprobó la propuesta, así que en 1967 nos fuimos a vivir en Buenos Aires.
Entre 1959 y 1981 trabajé con la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (CIEE), como secretario viajero, secretario regional, y también como administrador y luego director de Ediciones Certeza. Fui director de la revista Certeza entre 1972 y 1982. Nunca pensé que terminaría dedicando muchísimo más tiempo a editar lo que otros escribían que a escribir yo mismo, especialmente autores latinoamericanos.
Descubrí que algunos no aprendieron ni en la secundaria ni en la universidad lo que debieron haber aprendido en la primaria en cuanto a redacción. Pero si tienen buenas ideas, hay que hacer algo para que en sus escritos quede lo que quieren decir, y que se comunicara con claridad. Así que dediqué mucho tiempo al trabajo de editar.
Mi experiencia como editor ha sido bastante satisfactoria por varias razones. En primer lugar, cuando empecé había demasiados libros producidos con semillas “transgénicas”. Para las editoriales que publicaban libros evangélicos en ese entonces, si había libros que se vendían exageradamente bien en los Estados Unidos, había que traducirlos, y eso era lo que publicaban. De vez en cuando traducían libros que valía la pena publicar, pero en general… bueno, sin comentarios.
EMPECÉ A SOÑAR CON AUTORES LATINOAMERICANOS 
En América Latina también pensamos; tenemos semilla local, pero es cuestión de ayudar a que los autores en potencia escriban. Algunos escriben bien aunque no tienen mucho que decir. Otros tienen mucho que decir, pero no se animan a escribir. Entonces había que descubrir a los que podían escribir bien y también tenían algo que decir. Así fue, y gracias a Dios comenzamos un proceso de “latinoamericanización” no solamente de libros en general, sino también de obras teológicas.
Eso coincidió con el surgimiento de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL), que nació en diciembre de 1970 (cuando 25 participantes nos reunimos en Bolivia). Fue el único resultado concreto del Primer Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE I), que se realizó en Bogotá en noviembre, 1969.
Con la FTL empezamos todo un proceso de reflexión teológica desde América Latina con énfasis en la contextualización del mensaje bíblico desde una perspectiva evangélica. La publicación y difusión de la teología vinculada a la FTL  ha sido uno de los aspectos principales en el ministerio de Ediciones Certeza y posteriormente de Ediciones Kairós.
En ese tiempo, se organizó una reunión teológica en Grand Rapids, Michigan, con el propósito de reflexionar sobre la relación entre la evangelización y la responsabilidad social. El organizador fue John Stott, quien me invitó a responder a uno de los oradores del plenario.
Resumido y adaptado por Martha de Berberián